
Recuerdo todavía aquel día en que llegar a visitar a mi hermana para invitarla a un retiro y yo me asomo para ver quienes son, y me invitan también.
No lo esperaba, pero esa acción significo el comienzo de una vida para descubrir el caminar dentro de la Iglesia, como miembro de un grupo juvenil, que sería el paso previa para el desarrollo de mi entrega a la Iglesia durante un cierto tiempo.
Hoy estoy casado pero los miembros del grupo se han comenzado a reunir nuevamente no como jóvenes sino como adultos con sus hijos, como miembros de un grupo de ayer y de hoy.